Con lo primero que me topé esa mañana fue con el primer beso… fue cuando recién me levantaba, me tropecé con el, ni bien toque tierra con mis pies. Camino al baño me encontré con lo que creí q era la primer pelea fuerte, pero como aquella vez la pase por alto y seguí mi camino, pero obvio, me siguió hasta el baño y me observó todo el tiempo, mientras me lavaba los dientes.
Al salir de mi casa presto a comenzar el día, a lo lejos vi una luz que despertó a mis pupilas. Al acercarse era, nada mas y nada menos, que nuestra primer noche juntos, que seguía irradiando aquel resplandor mágico que nos envolvió. Al volver a casa me volví a encontrar con aquella primera pelea, que para no perder su puta costumbre, seguía dando vueltas en el aire.
En el almuerzo, mientras cocinaba las milanesas, creo que con las papas fritas me comí un antiguo garrón de esos que te caen pesadísimos. Al encender el cigarrillo ritual de después de almorzar, el humo pareció dibujar sus gestos aquella noche de la ruptura. Y decidí dejar de fumar...
Ni hablar cuando me acosté a dormir la siesta… se convirtió en una verdadera feria de pueblo, buenos momentos por un lado, invitándome a visitarlos, los malos momentos que como todo lo oscuro y trágico es mas tentador, algunas canciones, que adornaron las largas vigilias cuando no importaba nada mas que nosotros, acompañando a aquellos gritos secos disfrazados de pregones baratos invitándome a recordar…
Ensordecido por tanta locura a mi alrededor, opté por levantarme y subirme el cierre que surca mi pecho. Por hoy es suficiente, demasiada libertad le di a mi corazón…
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