jueves, 23 de diciembre de 2010

Aquella Mesa


Esa mañana me levanté peor que nunca. La boca totalmente reseca me recordaba la eterna noche anterior, y el dolor de cabeza q me taladraba las sienes, me obligaba a andar a ciegas por mi habitación. Como pude me levanté y el día me recibió de la peor manera posible: un ínfimo rayo de sol, que se las ingenio para colarse por la persiana, no tuvo mejor idea que golpear directamente en mis ojos heridos, heridos no solo por la excesiva noche anterior, sino también, heridos por lo que vieron -y vivieron- en aquella mesa.
Mis piernas parecían tomar el control absoluto de la situación, pero el improvisado colchón de mosaicos que acompañaba a mi cara, me demostró lo contrario… el espejo, una vez mas me devolvió la imagen patética de todos los días. Sin esforzarme demasiado, me lave la cara, me vestí y salí a la calle a enfrentar a mi destino…Caminé durante horas sin rumbo fijo, buscando soluciones en el aire, tratando de comprender lo sucedido en aquel bar, en aquella mesa, dónde mi vida cambiaria para siempre.


Habíamos quedado en vernos como casi todas las noches, en aquel bar, en aquella mesa, que prácticamente había visto nacer nuestra relación; esa mesa en la que habíamos jurado estar juntos por el resto de nuestras vidas- cosa que yo cumplí-.
Pasé a buscarla por su casa y cuando llegué, ahí estaba: tan radiante y tan lúgubre que me generó un estupor que jamás había experimentado; con esa tranquilidad fingida que me hizo sentir un temor dulce; con esa mirada, mezcla de ternura y perturbación que me hizo temblar las piernas… Me acerqué a besarla y el helado mármol de sus labios logró que un escalofrío recorra mi espalda y sus manos blancas y frágiles evitaron todo tipo de contacto camino a aquel bar, a aquella mesa…
Una vez en el lugar convenido, entre nosotros todo era silencio, un silencio que –les juro- me aturdía… Mientras el grandioso Cobain se desgarraba la garganta con sus geniales alaridos, me dijo:
-Esto se termina acá. Ya no te amo, bah en realidad nunca te amé.
Sus palabras me golpearon en el pecho al ritmo de la música de fondo. Inútiles fueron mis intentos por retenerla y exigirle una explicación y como sacudida por un shock eléctrico, se levantó, giro sobre si misma y se fue…
Me pasé el resto de la noche deambulando y consumiendo absolutamente todo lo que cayera en mis manos y absolutamente todo aquello que pudiera alejarme, aunque sea por un instante de todo lo sucedido.
Mientras seguía buscando soluciones en el aire y recordando la excesiva noche anterior, el sol acompañaba mi desolación y todo a mí alrededor parecía derrumbarse, cuando como por arte de magia, la solución que tanto había buscado apareció casi como una revelación divina…
Corrí hasta mi casa, tome el teléfono y la llamé. Le pedí unos minutos de su tiempo para que hablemos e increíblemente aceptó. Sin darle demasiada importancia a nada, me cambié la ropa, me afeité y salí a su encuentro…
Hacia mas de 10 minutos que ella me estaba esperando en el lugar de siempre… Respiré hondo, me cercioré de que el arma que había heredado de mi abuelo esté en su lugar y entré a aquel bar… Turbado por la vorágine del camino hasta el lugar de encuentro y por la adrenalina que me generaba ese ultimo y definitivo cara a cara, me senté, pedí lo de siempre y le pregunté:
-Así que no me amaste nunca- con un tono de voz que parecía gritado.
Ella respondió muy cortante y con un gesto de odio congelado en su cara.
-No jamás te amé. Además de haber seguido con vos no tendría futuro alguno-
Con mis ojos nublados por las primeras lagrimas que amagaban a salir, de un manotazo tiré al piso todo lo que había arriba de la mesa, y me paré sobre ese rectángulo de madera desnudo por mi reacción, para observar todo desde lo alto…
-¡Que vas a hacer! Me preguntó con ese rostro de porcelana inolvidable.
-¿Sabes que se siente matar a una persona? – respondí desencajado.
Y antes de oír su respuesta, el frio metal que colgaba de mi sien respondió de forma contundente, en aquel bar, en aquella mesa…

1 comentario:

  1. Recuerdo haber leído esto, lindo lindo... Más tanto, todo lo que hay.
    Besos Parni!!
    A

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